Uno de los artistas menos conocidos del Renacimiento italiano es Federico Zuccari, pintor, arquitecto y escultor originario de Urbino, que fue llamado a Roma para cumplir los encargos del Papa en 1590. De su legado se conservan varios edificios, aunque sin duda el más conocido es el Palacio Zuccari con sus inquietantes caras.
Zuccari se construyó para sí mismo una suntuosa morada, digna de un genio de su altura. por eso puso todo su empeño y recursos en levantar el Palacio Zuccari, sobre unos terrenos sobre los restos de los antiguos jardines de Lúculo y desde los cuales se disfrutaba de espléndidas vistas sobre la ciudad.
El artista se arruinó completamente al convertir toda su fortuna en esta casa-palacio. Cuando murió en 1609 esta era su único patrimonio, que legó la casa a los artistas de la academia de San Luca.
El palacio fue restaurado y ampliado en el siglo XIX, época en la que se convirtió en una visita obligada para los ricos y aristócratas de toda Europa que viajaban a Roma en busca de la gloria de la ciudad del pasado.
Pero si hay algo que hace famoso al Palacio Zuccari es su peculiar decoración, sobre todo los ornamentos de las cornisas de las puertas y ventanas externas en las que aparecen mostruosas caras y bocas abiertas, inspirados en los jardines de Bomarzo y ligadas al estilo fantasioso de la arquitectura manierista en los umbrales del siglo XVII. Una visión ante la que nadie permanece indiferente.