Estos días Roma es la ciudad más observada del mundo. Ha comenzado el Cónclave para elegir al nuevo Papa y todas las miradas del planeta están pendientes de todo cuanto sucede en el Vaticano. Miles de personas y cerca de 40 delegaciones extranjeras se darán cita durante los próximos días en la Plaza de San Pedro.
El dispositivo de seguridad ya está en funcionamiento en todo el perímetro del Vaticano. La «máquina» creada para gestionar, tanto en términos de seguridad como en organización a propósito de la última presencia pública del Papa Benedicto XVI ha funcionado. El despliegue de seguridad es impresionante: policías de paisano, francotiradores, detectores de explosivos, controles y registros al azar… Es difícil predecir cuánta gente acudirá al evento, y mucho más difícil saber cuándo se producirá éste (la ansiada fumata blanca).
Con todo este panorama, podemos asegurar que no es éste el mejor momento para visitar la Ciudad Eterna. Para empezar, porque los precios de los hoteles se han disparado y no paran de aumentar; por otro lado, la ciudad está demasiado llena y demasiado «controlada». No es para menos, pues hay que entender que se trata de un momento histórico, no solo por la elección de un nuevo pontífice sino por las circunstancias que han rodeado éste en concreto.
Además, el Cónclave puede durar muchos días, tal vez semanas. Los obispos electores están ya encerrados en la Capilla Sixtina mientras que en el exterior la ciudad está blindada y los monumentos y lugares de interés de Roma abarrotados de turistas, fieles devotos, curiosos y muchos miembros de la policía secreta.